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Con nuevos datos reactivan la busqueda de la familia Gill

Allanamientos en la estancia La CandelariaEn enero de 2002 se supo de ellos por última vez. Son dos adultos y cuatro menores de los cuales desde entonces no se tienen novedades. Un testigo marcó dos lugares donde vio a Gill haciendo unos pozos, 20 días antes de desaparecer. 

El juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, encabezó un allanamiento en la estancia La Candelaria, en la zona de Crucesitas Séptima, en el departamento Nogoyá, donde trabajaba la familia Gill, que en 2002 desapareció y cuyo destino nunca jamás se supo nada

Ese año, 2002, fue el último en que se vio con vida José Rubén «Mencho» Gill y a su familia con vida. Fue en el velorio de un amigo, más precisamente el 13 de enero de 2002, en Viale, a treinta kilómetros de La Candelaria, el campo en el que vivían y donde el hombre trabajaba como peón.

Al día de hoy, nadie sabe nada de «Mencho» Gill, de 56 años en ese momento, su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, ni de sus hijos María Ofelia, de 12, Osvaldo José, de 9, Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2.

No aparecen en registros oficiales ni migratorios, nunca tuvieron trabajos registrados ni los chicos nunca fueron inscriptos en ninguna escuela. Ninguno de ellos fue detenido ni se presentaron a votar.

La investigación comenzó tarde, tuvo mucho de negligencia e impericia y no ha arrojado ninguna pista que permita desentrañar el misterio. El expediente todavía conserva la carátula de «averiguación de paradero», sin imputados ni responsables.

El jueves 16 de junio de 2016, murió Alfonso Goette, el dueño del campo La Candelaria. Un contratista rural, que trabajó varios años en el campo, decidió aportar un dato. Antes de que desapareciera «Mencho» Gill, Goette le había hecho hacer varios pozos en el campo, uno sobre un curso de un arroyo, que, se presume, podría ser el sitio donde fueron enterrados los cuerpos de los integrantes de la familia.

El allanamiento al campo fue encabezado por el juez Acosta y se sumaron el fiscal Federico Uriburu, personal de Criminalística de la Policía, y la mamá de la esposa de Gill, más un testigo nuevo que apareció en la causa.

«Esta persona le tenía miedo a Goette, y ahora, con Goette muerto, se animó a hablar. Esta persona nos marcó los dos lugares donde él vio a Gill haciendo unos pozos, veinte días antes de desaparecer«, explicó una fuente judicial y añadió que «ahora, lo que vamos a hacer es disponer una serie de excavaciones. Nos señaló una estructura de hormigón, fuimos y efectivamente estaba, y también señaló un lugar en el arroyo donde Gill debió hacer un pozo«.

Cauto, el juez Acosta prefirió no abundar en detalles respecto del procedimiento que se llevó a cabo este lunes porque, dijo, «es todo muy embrionario».

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