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“Tengo de agarrarme de lo que hace Mateo: querer vivir, seguir adelante”

Violencia y tragedia. El cóctel pavoroso aun resuena en el relato de Hebe Rull, ex esposa de Juan Romero, el hombre que chocó de frente con su auto cuando viajaba con sus dos hijos. En plena recuperación, Mateo es “la luz de mi camino, todo el tiempo me sostuvo en el camino del amor, en el camino de la paz, sin agresiones, no ir por el odio. Tengo que controlar mucho el odio, me cuesta, pero trato de agarrarme de lo que hace Mateo: Querer vivir, seguir adelante”, confesó su madre.

Mateo-Hebe

Presente en la convocatoria #NiUnaMenos, Hebe Rull aseguró: “Me pasó a mí, les ha pasado a miles de personas y a otras que todavía no han denunciado. Denunciar y que todo quede estancado. Y después que siga pasando siempre lo mismo. Ya se sabe: salís de tu casa y si no tenes un trabajo volves; si tenes hijos y te amenazan volves, y así hay muchas cuestiones por las que la mujer vuelve. Si no tenes alguien que te ayude, que te contenga, o un trabajo para las mujeres que no trabajan, por ejemplo, no podes salir adelante. Es imposible”.

Confesó que vivió “muchos años de encierro” hasta que un día se escapó. “Estuve tres días en el refugio de Ave Fénix, después hice todas las denuncias pertinentes en el juzgado. El empezó a ver a sus hijos y un día me los secuestró, no me los devolvió, es más me hizo una contradenuncia. La violenta era yo”. El juzgado determinó que “los nenes no eran ni maltratados ni golpeados por mí sino que eran manipulados por el padre”.

Contó que con esfuerzo logró ponerle un punto final al espiral de violencia. “En mi cabeza me grabé nunca más. Un día me dije: ‘por favor Hebe nunca más’. Cuando creí que todo estaba tranquilo, que él no iba a llevar adelante su cometido porque me dijo que se iba a desquitar de mí de la peor manera; nunca supe de qué manera. Quise proteger a mis hijos, no pude porque la justicia no me ayudó, la policía no me ayudó”, lamentó.

Con su hijo en plena etapa de recuperación, Hebe aseguró: “Mateo es la luz de mi camino, todo el tiempo me sostuvo en el camino del amor, en el camino de la paz, sin agresiones, no ir por el odio. Tengo que controlar mucho el odio, me cuesta, pero trato de agarrarme de lo que hace Mateo: Querer vivir, seguir adelante. Tengo dos hijos más y me digo ‘me voy a agarrar del amor’, ya viví mucho odio en mi vida. Busco el camino de la amistad, de la gente que te ayuda”.

Una vez que la mujer denuncia al agresor “por supuesto se entera, entonces ahí es cuando hay que resguardar a la mujer, ese es el peor momento de tu vida”. La violencia se multiplica “porque vos te le paraste; entonces la mujer necesita de alguien que esté al lado de ella, conteniéndola, en un refugio, económicamente; que los chicos sigan la escuela pero cuidar los hijos también. Yo digo que a veces la única forma es llamar a la policía y meterlos presos unos días, que los vea un psiquiatra, un psicólogo y vean si están capacitados para seguir libres. Porque si hiciste una denuncia fue porque no fue un golpe, fueron muchos. Una toma coraje después de sufrir mucho. Al primer golpe uno dice pasa, pasa el segundo y pasan los años y pasa la vida. Y la vida es una sola. Te das cuenta que la estás desperdiciando. Qué le estoy enseñando a mi hijo. Que algún día sea un agresor con su mujer. A mi nena, que acepte todas las reglas que yo acepté. Por eso me planté”.

 

 

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