(PEDRO GARAYALDE) He leído una nota de la profesora María Eugenia Sandri, en la que se queja del estado de la enseñanza y de la falta de adaptación de los docentes al status quo actual. Y comparto su preocupación, pero creo que la solución no es la que plantea.
Yo también soy docente. Y si bien he ejercido durante poco tiempo, en cambio me he dedicado bastante a la lectura, lo que me ha permitido informarme y reflexionar sobre la madeja de avances y retrocesos que constituye la base de la sociedad contemporánea.
Quienes en mayor medida me han ayudado a comprenderlo todo, han sido Hermann Hesse y fundamentalmente Ortega y Gasset.
Si bien el libro de este último titulado LA REBELIÓN DE LAS MASAS hará pensar a algunos que se trata de un alegato en defensa de las clases elevadas o dominantes, la realidad es otra.
En primer lugar Ortega y Gasset recuerda y destaca que el camino hacia sociedades organizadas y basadas en estrictos principios éticos, ha sido abonado por el enorme aporte de los grandes pensadores e idealistas de todas las épocas.
Y en segundo lugar señala que los ideales, principios y aportes de muchos de ellos para que lleguemos a obtener sociedades igualitarias, en general se han aplicado y cumplido… Pero con resultados que nunca pensaron.
Porque han permitido que escalaran y terminaran adueñándose de los lugares preferentes de la escena mundial los que en el pasado fueron esclavos o analfabetos. Las mentes mediocres (las masas), sin ideales y sin otras apetencias que sus propios beneficios.
Por desgracia hoy día esa mediocridad se ha adueñado en general de todos los estamentos de nuestro mundo. Y ha llegado incluso a los profesionales, políticos, empresarios, sindicalistas y medios de comunicación, que son los que más daño nos hacen, pues no han tenido pruritos en ir adaptando usos, costumbres y principios a sus propios gustos y necesidades, desentendiéndose del legado de aquellos grandes hombres del pasado e incluso del presente. Y marginándolos como si su mensaje tuviese escaso valor.
Ellos siempre adaptan la forma y el contenido de sus programas a lo dictado por el «rating», y además juzgan lo que darán a conocer o ignorarán, conforme a sus propias inclinaciones y preferencias.
Hace más de un siglo que las masas se han rebelado y vienen transformando el mundo a su antojo, aunque no se lo propusieran.
Y la consecuencia es que, por ejemplo, hoy día si bien se conocen los nombres y biografías de los grandes músicos y la época a la que pertenecen, en cambio son escasos los que han escuchado sus composiciones.
Pero no nos limitemos a la historia. Esa decadencia se observa en todos los órdenes de la vida. Y en especial en los hábitos y apetencias de los jóvenes e incluso de los adultos.
Como se comprende, la verdadera tarea docente no consiste en adaptarse al status quo, sino actuar en paralelo y ensayar la forma de colaborar con quienes procuren modificarlo.
iOtra escuela es posible!, afirma la colega. Sin embargo considerando que la escuela actual es una porción de este mundo, sostengo que sin cambiar el mundo no podremos cambiar la escuela.
PEDRO GARAYALDE
Profesor de Letras
