Redes de Noticias

En estos 70 años «pasaron cosas»

(Por José Cáceres) El gobierno del presidente Mauricio Macri tiene un latiguillo constante que reza: «venimos de 70 años de decadencia». Lo reiteró hace unos días desde Neuquén, es evidente que está en su ADN. Lo dice Macri, sus funcionarios y lo repiten mecánicamente todos los multimedios de prensa oficialistas y los pseudo intelectuales y opinologos afines al gobierno nacional.

josé-cácerespoca de «posverdad» hay que leer entrelíneas qué quiere decir Macri con su latiguillo gorila: se refiere, sin dudas, a los gobiernos peronistas, a los que asimila con la «decadencia». O, por lo menos, pretende equiparar al peronismo con dictaduras, gobiernos ilegítimos, o poniendo como si fueran lo mismo políticas del Estado de Bienestar como las de Perón con modelos neoliberales como la dictadura genocida del 76.

No todo es lo mismo, la idea del bloque de los 70 años esconde la realidad y tergiversa la historia. Los radicales con dignidad alzan la voz para recordar que en los últimos 70 años gobernó quien ellos señalan como un «ejemplo de honradez» que fue Illia y el denominado «padre de la democracia» que fue Raúl Alfonsín. Otros le recuerdan que la familia Macri hizo grandes negocios con el Estado en estos 70 años, especialmente con los gobiernos militares, así que lo que fue supuestamente 70 años de decadencia fue justamente el periodo en que la familia presidencial se convirtió en una de las más ricas y poderosas del país.

El verso «de los 70 años de decadencia», que humildemente creo que sería una nueva zoncera como decía Don Arturo Jauretche, porque es algo falso que se repite mecánicamente con el fin de que no pensemos sobre la realidad, tiene una clara finalidad política. Macri y el PRO la repiten buscando una utilidad política. El verso de los 70 años tiene como fin que los argentinos no responsabilicen al gobierno nacional de Macri del verdadero desastre en que se convirtió el país por las políticas neoliberales que se están implementando.

Así, luego de llevar a la Argentina a ser uno de los países del mundo con mayor inflación. Después de Venezuela económico (de la cual nos querían salvar supuestamente) en donde hay un desastre y otros pocos países viene la Argentina. Con este panorama, es más fácil hablar de los 70 años que de la incapacidad de su equipo de gobierno que prometió terminar con la inflación como eje de campaña -entre otras promesas caras al sentimiento de nuestro pueblo.

Es más fácil para los dirigentes de Cambiemos echarle la culpa a los 70 años que reconocer que Macri duplicó el desempleo, aumentó la pobreza, batió el récord mundial en endeudamiento externo en tan corto plazo (más que la dictadura del 76), blanqueó capitales de amigos y familiares y está vinculado su gabinete con los grandes grupos financieros y económicos que están expoliando el país. La excusa de la herencia recibida se convirtió en el verso de los 70 años de decadencia, y así quieren que no hablemos de la gestión de un empresario que siempre realizó negocios con el Estado y cuando le tocó ser Presidente, en base a mentiras y engaños, destrozó el país, incumplió todas sus promesas y demostró una ineficacia absoluta para gobernar, unida a un desprecio por los trabajadores y en general por la gente humilde.

Sin embargo, el latiguillo de los 70 años de decadencia se repite y se repite, porque como dijimos es una estrategia de marketing político.

Pero en estos 70 años «pasaron cosas»

Durante el primer peronismo, en Argentina, en medio de un mundo en crisis y destruido por la posguerra, tuvimos pleno empleo, erradicamos el analfabetismo, construimos un sistema de Salud Pública siendo uno de los países con más médicos por cantidad de habitantes en el mundo, se crearon escuelas industriales y universidades, hicimos realidad el voto femenino, creció la industria de punta y la ciencia y la tecnología, se sembró la semilla para una unidad latinoamericana que garantizara la paz y la unidad.

Durante los primeros gobiernos de Perón se creó un fuerte mercado interno que garantizó el crecimiento de la industria nacional, estuvimos a la vanguardia en tecnologías de la comunicación, nos liberamos de las deshonrosas deudas externas contraídas por gobiernos fraudulentos, se nacionalizaron las industrias estratégicas, se nacionalizaron los ferrocarriles en manos de los países imperialistas, el Estado se hizo cargo del control externo del comercio, la renta agraria se invirtió en el desarrollo social e industrial del país, se implantó una revolucionaria legislación a favor de los trabajadores y los peones rurales gozaron de derechos inéditos en el mundo. Y tuvimos a Evita, el rostro más humano y sensible del movimiento. Una joven mujer capaz de desafiar a los más poderosos en favor de los niños, los ancianos, los discapacitados y obviamente de los derechos de las mujeres, creando el Partido Peronista Femenino, una de las organizaciones feministas más importantes del continente que abrió el camino para que hayamos tenido a una mujer presidente electa en dos oportunidades y desde luego grandes funcionarias, militantes y legisladoras, al mismo tiempo que su ejemplo encendió la llama de mujeres y jóvenes para luchar por sus derechos, como ella lo hizo con los invisibilizados de nuestro pueblo.

En 1955, con el golpe a Perón, vino una dictadura que prohibió mencionar a Perón a Evita, utilizar los símbolos partidarios, fusiló militares y civiles, ingresó al Fondo Monetario Internacional, llenó las cárceles de militantes peronistas, y realmente se propuso la decadencia como programa de gobierno. Antes habían querido matar a Perón bombardeando la Plaza de Mayo, el 16 de junio, y masacrado a cientos de inocentes y herido a miles de argentinos.

La «Revolución Libertadora» vino para desfinanciar la industria nacional, achicar el mercado interno, desproteger a los trabajadores y empresarios nacionales, en suma, comportarse como un gobierno de ocupación, que abandonó peligrosamente la independencia de la Tercera Posición entre los bloques de la Guerra Fría y se alineó incondicionalmente con EEUU. Derogó la Constitución de 1949 que implementaba el constitucionalismo social y la vigencia efectiva de los derechos de los trabajadores, ancianidad y la propiedad pública de los recursos naturales, entre otras conquistas.

A partir de allí, comenzaron 17 años de proscripción al peronismo, que llamativamente se pasan por alto al englobar los «70 años de decadencia». Así también se descontextualiza el breve período en que Perón, antes de fallecer, volvió al país para gobernar y unir a los argentinos.

Luego de ello, la última y más feroz dictadura militar se propuso de cuajo desperonizar el país. Para ello cometió un genocidio. Asesinó a miles de delegados sindicales, militantes políticos y sociales, privatizando empresas y atándonos a las cadenas de la deuda externa. Fue la política de la miseria planificada que denunció Rodolfo Walsh.

En el 83 volvió la democracia con Alfonsín. Menguada y con limitaciones, impotente para cambiar el rumbo de un país cuyo poder real no estaba en la Casa Rosada. Vino la hiperinflación, el descalabro económico y Menem (de quien nos hacemos cargo) se sumó a la ola neoliberal que se instaló en el mundo luego de la caída del muro de Berlín. Luego la Alianza, la primera versión de Cambiemos, volvió a destrozar el país y lo dejó al borde del colapso en el 2001.

Nuevamente fue el peronismo el que sacó al país de la decadencia. Primero con la transición de Duhalde y luego Néstor Kirchner. Se cambió la política exterior, se refinanció la deuda externa, se recreó el mercado interno, se crearon nuevas universidades y escuelas, se sentaron las bases para volver a producir ciencia nacional, al tiempo que se universalizaron las pensiones para niños y ancianos creando la red social de contención más grande de Latinoamérica, gracias a Néstor y Cristina Kirchner.

Y luego vino lo que padecemos hoy: Macri. Los logros de los anteriores gobiernos fueron lo que le permitió a Macri echar empleados públicos para, en ocasiones, designar a empresarios y militantes del PRO con mucho mejores sueldos, endeudarse a niveles récord dado que el país estaba desendeudado, terminar algunas obras públicas iniciadas en la gestión anterior y favorecer al capital privado a expensas de las empresas estatales recuperadas, como YPF y Aerolíneas Argentinas, además de intentar de manera escandalosa auto perdonarse la deuda familiar en el estatizado Correo Argentino.

El verso de los «70 años de decadencia» solo parece haber sido útiles para que el presidente y los CEOs del gobierno puedan beneficiar a las empresas a las cuales están ligados, blanquear y sacar del país dinero y aumentar exponencialmente su patrimonio. Respecto a estos 70 años, como diría Raúl Alfonsín: «a vos no te fue tan mal, Mauricio».

* Secretario General del Consejo Provincial del Partido Justicialista de Entre Ríos. Ex vicegobernador de Entre Ríos.

Facebook
Twitter
WhatsApp