La canciller se preocupó por mantener al país en equilibrio y se mostró como una gran gestora en tiempos convulsionados. «La vida sin crisis es más fácil, pero cuando llegan, hay que afrontarlas», dijo la propia dirigente en julio pasado. Merkel es un ejemplo extraordinario de que los mandatos prolongados no necesariamente terminan en escándalos de corrupción y desgaste.
