Solo asistió un gobernador; el Secretario General del gremio le regaló una lapicera, en un recordatorio poco feliz; Scioli alentó y conversó con Kulfas y Guzmán; Massa terminó llegando contra reloj; ni siquiera asistió el intendente local; Alberto terminó hablando frente a un reducido numero de afiliados a la UOCRA y algunos militantes. Un acto que terminó siendo casi bizarro. Queda la sensación de que el entorno del Presidente debería preservarlo.
