Un proceso más ágil de aprobación de las inversiones, mayor participación en la fuerza laboral, colaboración público-privada en I+D y medidas para aprovechar minerales de importancia crítica y la energía renovable pueden propiciar tasas de crecimiento más altas
Buena parte de los temas socioeconómicos que se debaten actualmente en Chile —como la sostenibilidad fiscal, la adecuación de las pensiones y los préstamos universitarios— pueden atribuirse a la desaceleración del crecimiento del país durante las dos últimas décadas. En la década de 1990, Chile crecía a un ritmo promedio del 6,2% anual y el país se consideraba el modelo de éxito económico en América Latina. Con el tiempo, esta tendencia de crecimiento vigoroso fue perdiendo fuerza y, para la década de 2020, el crecimiento apenas superaba el 2%. La última evaluación anual de la situación económica del país llevada a cabo por el FMI analiza qué puede hacer Chile para revertir esta tendencia.
De la comparación de Chile con un grupo de países similares se deduce que hay margen para que crezca a mayor velocidad. Países de ingreso más alto que en su momento tuvieron un nivel de ingreso comparable al de Chile crecieron en torno a una tasa del 2,9% anual. Sin embargo, Chile afronta dificultades que la mayoría de estas economías no tuvieron en la misma fase de desarrollo, como son el envejecimiento demográfico y una desaceleración de la economía mundial, lo que dificultan que el país alcance ese ritmo de crecimiento.
Patrones históricos
Mantener un crecimiento rápido se torna más complicado a medida que los países se hacen más ricos, sencillamente debido al rendimiento decreciente de las inversiones y un menor margen para la convergencia tecnológica. Para determinar el crecimiento potencial de Chile, comparamos su trayectoria con la que siguieron otros países cuando alcanzaron niveles de ingreso parecidos, por ejemplo, Australia a finales de la década de 1980 y Corea en la de 2000. Según la base de datos Penn World Table y nuestros propios cálculos, el PIB per cápita de Chile se triplicó desde USD 8.200 en 1990 hasta unos USD 26.000 en 2025, en USD constantes de 2017 ajustados en función de la paridad del poder adquisitivo (PPA).
En las 28 economías que cruzaron el umbral de los USD 26.000 de PIB real per cápita entre 1950 y 2010, el crecimiento anual del PIB en el decenio siguiente tuvo una mediana del 2,9%. Esta referencia es muy inferior al fuerte aumento del PIB chileno en la década de 1990, pero sigue siendo superior a su tendencia actual.
Lastres demográficos y externos
Si bien la comparación es útil y permite albergar cierto optimismo, Chile enfrenta dos desafíos que muchas de las demás economías de ingreso más alto no tuvieron durante su fase de desarrollo: un envejecimiento demográfico y un entorno de crecimiento mundial menos favorable.
Aunque todavía es relativamente joven, la población chilena está envejeciendo. Según la proyección mediana de evolución de la población de las Naciones Unidas, la población en edad de trabajar de Chile (de 15 a 64 años) crecerá tan solo un 0,15% anual en el período 2025-2035. Con un incremento moderado de la participación en la fuerza laboral, es probable que el empleo avance a una tasa anual del 0,2%-0,3%, por debajo del 0,8% observado en el grupo comparativo. Este lastre demográfico reduce por sí solo el crecimiento potencial de Chile en 0,25 puntos porcentuales.
Las tendencias tecnológicas mundiales también podrían mermar las perspectivas de Chile. En la década de 1990, la tecnología de la información impulsó la productividad en todos los países. Nuestro grupo comparativo de países se benefició de una tasa de crecimiento promedio del PIB de Estados Unidos —utilizada como indicador representativo de las tendencias tecnológicas mundiales— del 3,1% anual. En cambio, ahora, los economistas prevén, para la próxima década, un crecimiento más moderado del 2,1% para Estados Unidos. Estimamos que una reducción de un punto porcentual del crecimiento anual estadounidense en los próximos 10 años se traduce en un retroceso adicional de 0,8 puntos porcentuales del crecimiento potencial de Chile.
Reformas transformadoras
Aunque se trata de estimaciones aproximadas y las cifras efectivas podrían ser muy distintas, el ejercicio sugiere un crecimiento tendencial a largo plazo de alrededor del 1,9%, si Chile evolucionara de manera similar al país mediano y persistieran los factores demográficos y externos desfavorables.
Así pues, ¿cómo puede Chile incrementar su potencial y esquivar estos lastres para el crecimiento? El estímulo macroeconómico a corto plazo no es la respuesta y la economía chilena ya está equilibrada. La solución es profundizar en medidas estructurales por el lado de la oferta, como proponíamos en los mensajes sobre políticas de nuestro último informe sobre la economía chilena.
En primer lugar, es imprescindible mejorar la eficiencia de los requisitos regulatorios. Por poner un ejemplo extremo: se puede tardar unos 10 años para conseguir los permisos y gestionar la burocracia para poner en marcha un gran proyecto minero. Agilizar este lento proceso contribuiría a reducir los obstáculos para la inversión y a fomentar la adopción de nuevas tecnologías. Del mismo modo, modernizar la regulación relativa al transporte marítimo podría reducir los costos comerciales y mejorar la competitividad de Chile.
Para dar respuesta a los retos demográficos, Chile podría estimular la participación laboral, por ejemplo, mejorando el acceso y la calidad de los servicios de cuidado infantil, lo que permitiría que más mujeres se incorporasen a la fuerza laboral.
El gasto en I+D de Chile también es considerablemente inferior al promedio de los países de la OCDE. En este ámbito es esencial una mayor colaboración público-privada, dados los limitados recursos presupuestarios. El proyecto de ley de transferencia de tecnología, que permite a los investigadores universitarios crear empresas tecnológicas y comercializar los resultados de su trabajo, podría contribuir a reducir esta brecha.
Por último, siendo el mayor productor de cobre del mundo, el segundo mayor productor de litio y una nación rica en recursos solares y eólicos, Chile podría beneficiarse de la elevada demanda mundial de estos minerales de importancia crítica y del uso de energía renovable de bajo costo.
Aunque no hay fórmulas milagrosas para el crecimiento, la aplicación conjunta de estas reformas aumentaría las posibilidades de lograr un resultado más satisfactorio. Elevar el crecimiento potencial de Chile es fundamental para mejorar el nivel de vida y hacer frente a las presiones sociales y fiscales. Chile tiene una trayectoria consolidada de gestión macroeconómica prudente y, si construye sobre estos sólidos cimientos, puede lograr un crecimiento más fuerte en un contexto mundial complicado.
Fuente: FMI. Por Si Guo y Andrea Schaechter. Si Guo es economista principal y Andrea Schaechter es directora adjunta, ambos del Departamento del Hemisferio Occidental.