Por Emiliano Damonte Taborda
El Fondo Monetario Internacional ya tiene casi listo el informe del análisis técnico sobre las circunstancias y consecuencias del crédito de 44.000 millones de dólares que concedió a la Argentina durante el gobierno de Mauricio Macri, una evaluación que Alberto Fernández reclamó ayer al organismo antes de cerrar un nuevo acuerdo. Esta evaluación es de rutina y no responde al pedido de nadie, de hecho el informe está en realización desde el año pasado. La búsqueda de “sensación de negociación” que está llevando adelante el Gobierno de manera desesperada.

“Le pedimos al FMI que antes de que cerremos un nuevo acuerdo, haga su evaluación de lo que fue el fallido programa Stand-By por el que se desembolsaron 44 mil millones de dólares que se mal-utilizaron en pagar deuda insostenible y en financiar salida de capitales. Eso nos va a ayudar a terminar de entendernos. Es un paso necesario en este camino”, reclamó el Presidente el jueves por la noche en una conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA).
La búsqueda de “sensación de negociación” que está llevando adelante el Gobierno de manera desesperada, responde a la necesidad de justificar las medidas que sin dudas deberá tomar una vez cerrado el acuerdo. Cómo vengo sosteniendo desde hace semanas, acá no hay ninguna negociación, Argentina, con cualquier Gobierno que se presente hoy en día, solo está en condiciones de aceptar las condiciones que se le impongan. Es cierto que al FMI no le sirve un default de la Argentina y que es claro y evidente que no hay ninguna chance de evitarlo sin un acuerdo. Por esto probablemente será más cercano a las necesidades de crecimiento de nuestra economía, como por otro lado viene acordando el Fondo hace ya muchos años. Cualquier condición favorable de un acuerdo, será solo producto de la sensatez que sea capaz de manifestar el organismo internacional.
Cristalina Giorgieva, sufrió un fuerte revés este año a manos de los sectores más conservadores. Estuvo cerca de perder su lugar al frente del FMI, lo que hubiera sido catastrófico para las necesidades argentinas. Sin embargo logró superar la tormenta y sigue en su lugar, aunque en una posición más débil. No caben dudas de que este acuerdo con la Argentina, es de alguna manera un examen para Cristalina y que los sectores conservadores del Fondo están atentos a todo lo que se intente hacer con Argentina. Esta es la verdadera negociación, la lucha de fuerzas dentro del Fondo Monetario Internacional. Ya sea Guzmán, y ni hablemos de Alberto Fernández, están absolutamente excluidos de cualquier tipo de injerencia al respecto. Su rol en este momento, es exactamente el que están ejerciendo: buscar en el país, de alguna manera, consenso con los sectores que más problemas les pueden causar una vez firmado el acuerdo. Sin dudas de estos sectores, el menos conflictivo es la Oposición. El Problema lo tienen puertas adentro y por eso en estos días han hablado con los sindicatos, Cristina buscó de alguna manera correrse (muy a su manera) y le han llenado la canasta navideña ($ 100.000.000.000) de papel pintado a un par de “movimientos sociales” vinculados al Kirchnerismo.
El informe que reclama Alberto, es básicamente técnico y no tiene consideraciones políticas. Aunque es una práctica habitual, el gobierno quiere hacerlo ver como algo vital para sellar el acuerdo que actualmente dice estar negociando.
Este sábado llega a Washington una delegación de Economía (sin el ministro Martín Guzmán) y del Banco Central para avanzar en los aspectos técnicos del acuerdo. El Gobierno está apurado por cerrar, pero en el Fondo tienen cautela ya que hay todo un proceso habitual de aprobación que no se resolvería antes de fin de año.
Es claro que hay un sector importante del Fondo que ve con enorme desconfianza el acuerdo con Argentina. Ayer en la Corte Federal de New York, hubo un fallo en contra de la Argentina por cuestiones de deuda. Los números inventados del INDEC de Cristina en 2013 fueron cuestionados por un Fondo que tenía cupones de títulos de deuda ligados al PBI. Este país goza de pésima reputación entre los inversores y poner plata en Argentina empieza a ser sinónimo de no recuperarla. Alberto Fernández haría bien en dejar que los que están a favor de un acuerdo con nuestro país, puedan ayudarlo, por eso chilla, pero lo hace bajito; zapatea, pero lo hace sobre la alfombra; la historia de un hombre condenado a no asumir ninguna posición por su propia debilidad.