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Argentina fue por un momento parte del nuevo Orden Mundial / Guillermo Pérez

Por Guillermo Pérez

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El diálogo fue en inglés, áspero, como suele ser Víctor Viktor Orban, primer ministro de Hungría, y duro, como se lo conoce al presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, desde que su país fue invadido por la Federación Rusa, en febrero de 2022. Tuvo lugar en un apartado del Congreso de la Nación Argentina, en Buenos Aires, durante las ceremonias de juramentación del presidente Javier Milei.

 

Por un momento Argentina fue parte del nuevo Orden Mundial que se boceta a diario entre escritorios, escaños, barcos y balas.

El ministro de Relaciones Exteriores de Ucrania, Dmytro Kuleba, dijo el lunes que sería «devastador» para Kiev y la Unión Europea si los líderes europeos no dan luz verde a su país para las conversaciones de adhesión en una cumbre esta semana. (https://www.redesdenoticias.com.ar/ucrania-dice-que-no-dar-luz-verde-a-las-conversaciones-de-adhesion-a-la-ue-seria-devastador/)

Los líderes se reunirán el jueves y el viernes para decidir si inician negociaciones de adhesión con Kiev y le otorgan 50.000 millones de euros (53.800 millones de dólares) de apoyo económico, y cómo continuar con la ayuda militar para la defensa de Ucrania contra la invasión rusa.

«La madre de todas las decisiones, la decisión más importante es, por supuesto, la decisión sobre la apertura de las conversaciones de adhesión», dijo Kuleba, a su llegada a una reunión con los ministros de Relaciones Exteriores de la Unión Europea en Bruselas.

El primer ministro húngaro, Viktor Orban, que se jacta de sus vínculos con el presidente ruso Vladimir Putin, ha amenazado con vetar las conversaciones de ayuda y ampliación en la cumbre del 14 y 15 de diciembre.

Los ojos de Europa desde hace semanas están puestos en Orban, un acérrimo escéptico del respaldo de la Unión Europea al esfuerzo bélico de Ucrania. Si bien el bloque busca iniciar conversaciones de membresía con Kiev y propone un salvavidas financiero de 50 mil millones de euros, Orban hasta ahora bloqueó esas iniciativas y sugirió eliminarlas de una próxima cumbre de Bruselas.

Hungría es el único aliado de Rusia en la Unión Europea. La esfera de influencia rusa hacia occidente se limita, además de Hungría, a  Bielorrusia, un ex Unión Soviética con escasísimo peso propio. Todos los países europeos que fueron parte del bloque soviético hoy lo son de la Unión Europea o de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) o de ambos. Perder su influencia sobre la rica Ucrania después del Euromaidan (las manifestaciones de 2013 tras el referéndum que volcó a la población ucraniana hacia Europa) fue un golpe letal para la geopolítica del régimen de Vladimir Putin. Y una piedra en el zapato del supuesto orden mundial “multipolar” que plantea el gobierno chino de Xi Xinping.

 

LA NUEVA RUTA DE LA SEDA

 

Desde la puesta en práctica de la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés, Belt and Route Initiative) llamada en su momento “One belt, one road”, que involucra financiamiento chino por miles de millones de dólares de inversión en carreteras, ferrocarriles y otras infraestructuras en Eurasia (donde están los antiguos estados soviéticos de Transcaucasia) y África (con sólida presencia económica y militar rusa), el eje Beijing – Moscú cobró particular importancia.

La apuesta china con su propuesta de mundo “multipolar” es contrapesar la influencia occidental (especialmente estadounidense) en todos los rincones del planeta, que llegó hasta las narices chinas con el respaldo de Washington a la autonomía de Taiwán, a 180 kilómetros de China continental.

El perfil exportador primario y las necesidades de financiamiento convirtieron a China en el socio ideal para la región (especialmente para la Argentina) porque preguntaba poco a la hora de acordar préstamos mediante la figura del swap cambiario.

Contribuyó el alineamiento político, con los regímenes autocráticos de Nicaragua, Cuba y Venezuela, y la ocasión de gobiernos identificados ideológicamente.

A tal punto cobró relevancia la relación regional con el eje Beijing – Moscú que en febrero de 2022, días antes de que invadiera Ucrania, el entonces presidente argentino Alberto Fernández le ofreció al gobierno de Vladimir Putin que Buenos Aires sea “la puerta de entrada de Rusia” a América Latina.

Desde entonces el aislamiento ruso ha venido creciendo y Moscú se ha vuelto más dependiente de China y su influencia regional, lo que le ha permitido compensar en buena medida el peso de las sanciones económicas occidentales por su invasión a Ucrania.

En este contexto cobra relevancia el destino ucraniano como parte de la definición del balance económico y geopolítico: si Ucrania cae finalmente en manos rusas, el eje Beijing – Moscú habrá logrado meter la cuña en la rica Europa y acallar el clamor pro europeo en un lugar icónico de la ex Unión Soviética. Si resiste, la alianza militar OTAN habrá llegado a los bordes de la cortina de hierro.

Europa entendió que la guerra en Ucrania no es “un problema ucraniano” (parafraseando al primer ministro inglés Neville Chamberlain, cuando dijo que “el problema checoslovaco se había solucionado” en los prolegómenos de la Segunda Guerra Mundial cuando la Alemania de Hitler invadió Checoslovaquia) y está decidida a mantener el apoyo al gobierno de Zelensky.

El requerimiento de unanimidad de la Unión Europea para la toma de decisiones deja a Viktor Orban, un ultraderechista en el gobierno desde hace 13 años, resistido por sus pares europeos por sus posturas autoritarias y retrógradas, en un lugar clave de esa definición.

Volodimir Zelensky, quien ya se había cruzado con Orban en octubre en España, aprovechó la coincidencia durante la asunción de Javier Milei para intentar convencer al primer ministro húngaro de no obstaculizar la urgente ayuda de 50 mil millones pendiente de aprobación por la Unión Europea ni su ingreso a la Unión.

Por unos momentos, Argentina fue parte del nuevo Orden Mundial.

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