El Gobierno de Milei no alcanzó nunca la maduréz suficiente para consensuar desde su debilidad parlamentaria y su inexperiencia, un programa de desarrollo y crecimiento que nunca se planteó; rótulos como el de la Ley de Bases luego plurimutilada en el Parlamento o el fallido Pacto de Mayo terminaron siendo solo eso, títulos que se desmoronaron por su falta de contenido; ninguna de las reformas fundamentales que necesita el país fueron siquiera insinuadas por un Gobierno que todavía se sostiene a puro cierre de organismos desprestigiados por la corrupción, pero que no alcanza a construir nada; el rugido del conejo
¿Se acuerdan del recorrido en V que iba a hacer la economía argentina? La V era la brillante definición gráfica de un plan que proponía planchar la economía para terminar con la inflación. Un poco como parar un corazón que late mal para hacerlo arrancar de nuevo latiendo ordenado. El primer tramo de la V es en bajada fuerte, como una montaña rusa, puede asustar un poco, pero tranquilos porque llegados al punto de rebote la subida será tan furibunda como la bajada. ¡Con la diferencia de que en lugar de ser aterradora, será emocionante! Rugió el león. Este relato duró bastante poco, ya en abril de 2024 nadie esperaba una recuperación de la economía a corto plazo.
Que quede claro, el modelo de “fotocopiadora de pesos” del kirchnerismo nos trajo hasta la puerta de lo que estamos viviendo. Estamos entre dos visiones absurdas, una que en el Polo sur te dice que no hace frío y se pasea en camiseta, otra que sostiene que podés nadar en el cráter de un volcán en erupción.
Pero sin entrar en la discusión de los “no modelo” propuestos por ambos extremos, este año y medio de sacrificios debían servir para que el Gobierno de Milei llevara adelante una serie de reformas que le cambiarían la cara al país, tras salvarnos de una inflación del 18.000 por ciento o 180.000, 180.000.000, el número da lo mismo, como en cualquier concepto contrafáctico.
Ya se están por cumplir los primeros dos años de gestión y solo hemos notado una caída de la inflación arrastrada por una recesión que se llevó puesta a toda actividad económica relevante. Consumo, construcción, actividad Industrial, Pymes, Economías Regionales, y la lista sigue. Pero en materia de reformas no nos es posible verificar nada relevante en alguna de las áreas en las que una reforma se hacía necesaria:
Generación, transporte y distribución obsoletas y deficitarias.
Caminos del siglo XIX, puertos caros y obsoletos, ferrocarriles inexistentes.
Sin cambios estructurales
Unos y otros se escandalizan cuando digo que el país que dejó el sinvergüenza de Massa, no es demasiado distinto del que nos encontramos hoy. Tal vez la medida de subir y bajar retenciones al campo sea más elegante que los dólares soja del tigrense y generen menos desajustes, pero en definitiva se trata de apretar al campo para que liquide cuando le hace falta a las reservas del Central, ni más ni menos.
Los vicios de siempre
Lo que pasa es que para llevar adelante reformas de semejante porte hace falta estatura política, capacidad de negociación y habilidad, pero sobre todo hace falta una representación maciza en el Parlamento, cosa que este Gobierno no ha siquiera intentado lograr. Ha ido adelante a base de decretos y vetos, generando una parálisis parlamentaria muy parecida a la del Gobierno de Alberto Fernández. Hace mucho que el Congreso no hace nada importante, convertido en una máquina de impedir, especialmente el Senado, que es la única herramienta que tienen las provincias para negociar con el Ejecutivo, esclavas de un sistema de coparticipación extorsivo que fue el instrumento preferido de gestión del kirchnerismo, y que hoy sigue usando Milei como la mejor Cristina. La reforma del sistema de coparticipación es una asignatura pendiente que arrastramos desde por lo menos 1994. Una de esas cosas que los políticos odian cuando son Oposición pero los enamora cuando son Gobierno. ¿Qué más querés que provincias débiles y dependientes de tus decisiones?
No me voy a meter en materia cambiaria, ya sabemos que salvo para comprar un paquete de “Bridge” (las mejores galletitas del paisito) en Uruguay, este dólar que siguen pisando no le sirve a un país de matriz absolutamente agroexportadora y que los números no le están dando a nadie.
Un renglón aparte para la Señora de Constitución, que habla como si no hubiera sido ella y su “modelo” sin modelo, y su presidente que nunca presidió, y su Superministro, lo que le abrió las puertas a esta situación que hoy volvemos a vivir.
El rugido del conejo
El cierre del INADI y el Ministerio de la Mujer, la paralización del INCA, ayer el cierre de Vialidad Nacional, un nuevo y más discrecional recorrido para la Pauta en Medios; la apertura de importaciones que compiten con una producción nacional que no se ha beneficado de ninguna reforma tributaria, laboral / sindical, previsional, energética o logística; la eliminación de algunas trabas cambiarias; aparecen como demasiado poco para un país que exigía ser “refundado”. Como balance previo a las elecciones intermedias, muy poco, un poco como el rugido de un conejo.
Sentido común
Tal vez sea hora de empezar a pensar que sin “sentido común” no se puede construir nada; que no es posible construir un país en el que el otro, diferente y tal vez opuesto, no sea tan importante como yo; que la institucionalidad y la legalidad son un capital, y que cada vez que las violamos vivimos peor; que si la cuenta la paga uno solo no sirve nunca; que las refundaciones no existen, no sirven, no son posibles, porque implican arrancar de cero y eso en la realidad no se verifica; inteligencia, empatía, sentido común y consideración son herramientas indispensables en un marco de institucionalidad y legalidad, si se quiere intervenir en las cuestiones estructurales de un país que ha perdido todos los trenes posibles y hoy se ve obligado a perseguir al mundo con una zorra de mano por una vía abandonada.
Salutación
Por eso hoy más que nunca amici miei, incomodidad, espíritu crítico, acidez estomacal, que se les rompa el sillón, el banquito o la reposera (siendo invierno que se les vuele el poncho), les auguro dolor de ancas e inflamación del ciático para que no se queden tranquilamente sentados en los miedos del pasado, los relatos del presente y las promesas del futuro, y más que nunca: solidaridad, empatía, respeto por la dificultad del otro, generosidad y paciencia, espíritu crítico que más no se pueda, ojos abiertos y equilibrio emocional, les augura El Aguijón.