La partida de Lanata no puede quedar fuera de este Aguijón de principio de año. Se trata sin dudas del último “distinto” que le quedaba al periodismo. Un dedo en el culo al poder, cualquisiera que éste fuera. Un verdadero aguijón en las nalgas que supo incomodar al Menemismo y que dejó al descubierto todas las chanchadas y debilidades de un kirchnerismo que terminó herido de muerte por sus propias inconsistencias; mientras empezamos a extrañarlo, ya nos están queriendo meter a Lijo de prepo en la Corte.
Laburar en el interior es revelador al respecto. En las provincias argentinas, que son verdaderas sacas de corrupción y deformidad institucional, el rol de los medios contándole a la gente lo que pasa es indispensable. Eso molesta a los Caudillos e incomoda a las usinas del relato. La caída de Sergio Urribarri, por ejemplo, es producto de procesos que se iniciaron con una investigación del diario entrerriano Redes de Noticias (2 PC, dos notebook y una imprenta vieja que funcionaba de milagro), que publicó fotografías aéreas de una mansión descomunal frente al lago de Salto Grande, propiedad del, ahora preso, ex Gobernador. Ese informe fue levantado en su momento por Lanata. El periodismo investiga y difunde metiéndose en lugares en los que nadie con un poco de sentido común y ganas de vivir tranquilo se metería.
La Ruta del Dinero K, investigada por el equipo de Lanata; la adquisición irregular de Ciccone Calcográfica que investigó inicialmente Clarín; Diego Cabot y la publicación en La Nación de copias de los cuadernos con los registros de las coimas en el caso “Cuadernos”; el caso Skanska, el Valijagate, por citar poquísimos ejemplos; son casos en los que fue determinante la intervención de los medios, poniéndo ante los ojos de todos, las miserias de nuestro sistema. Cuando la Justicia queda impotente, cuando las marañas de la corrupción confunden, el periodismo sigue peleando con un afán casi enfermizo por descubrir, por mostrar, por hacer ver, y eso lo vuelve indispensable.
Me sumo, haciendolas propias, a las palabras de Alejandro Borenztein en su columna del domingo pasado:
“Jorge Lanata fue uno de esos argentinos que dejaron la vida para que la historia reciente de nuestro país no haya sido peor de lo que fue.”
“Su legado es que sigamos puteando a nuestros dirigentes hasta que aprendan a portarse bien, de una buena vez por todas”
Abrazo al cielo a Jorge Lanata.
Nos quieren Lijar el tujes
continúa en etapa de instrucción –la fase liminar de cualquier proceso de investigación– y la mitad de ellas permanece en este estado hace 10 años o más. Mirá si nos harán falta Lanatas… Ensobrados…¡ensobrados las pelotas! ¡Que empiece el año! Que encima será electoral y traerá tela para cortar, tela que trataremos de seguir hasta donde nos den las fuerzas y el tiempo, seguros de que habrá otros miles en todo el país que intentarán seguir impidiendo que nos hagan «el cuento del tío».