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Esas oscuras y poco oxigenadas aguas que constituyen el límite entre la incapacidad y el dolo.

Por Emiliano Damonte Taborda

Creo que es hora de abrir una discusión que tenga en cuenta cuestiones morales, éticas y estéticas, porque es por ahí que se nos está escapando la tortuga, como dijo un sabio.

La impericia y la ineficiencia en la administración pueden terminar pareciéndose mucho a la “administración fraudulenta”. Es más, el siervo infiel, suele esconderse detrás de la ineficiencia o la incapacidad. El que construye una estructura de corrupción, difícilmente lo hace sobre una base aceitada y eficaz, sino sobre sistemas que pierden por todos lados, mal construidos y peor controlados, y que navegan por esas oscuras y poco oxigenadas aguas que constituyen el límite entre la incapacidad y el dolo.

La condena al ex Gobernador de Entre Ríos Sergio Urribarri a ocho años de prisión por hechos de corrupción, puede darnos la sensación de ser un cambio de tendencia. Parece ser bienvenida por muchos y condenada por bastante pocos. Pero corremos el riesgo de que todo termine en una sensación de alivio para el sistema y nada más.

El aparato judicial parece haber hecho un esfuerzo enorme y sin precedentes en la historia entrerriana y eso es innegable, pero en nuestro análisis desde el lugar que ocupa el periodismo, nos queda poco espacio para el optimismo.

El ex Gobernador Urribarri es un gigante con pies de arena al que se le acabó el cuarto de hora político. Los verdaderos golpes que lo fueron poniendo contra las cuerdas no provinieron de los organismos de control que debían supervisar su gestión, que ineficientes hasta el límite del dolo, permitieron la construcción de verdaderos sistemas de extracción de fondos del Estado.

Una vez más los primeros y decisivos golpes que fueron dejando en evidencia la gestión fraudulenta, fueron infligidos por la prensa, en ese rol incómodo y no deseado de “profeta en el desierto”. No hago presente este detalle para iniciar desde aquí una “loa” al periodismo justiciero sino porque representa una evidencia de mal funcionamiento del sistema.  

Mientras sea el periodismo el que sacuda estas estructuras y no sean los organismos de control del Estado, encontraremos aquí y allá casos que lleguen a buen puerto y terminen castigando la corrupción, pero estaremos solo ante un fenómeno marginal.

Hoy la noticia de la condena del ex Gobernador, debería titularse: “Fracasaron todos los sistemas de control del Estado”.

Las aguas turbias del límite

La Jueza Gisela Schumacher

Volviendo a esas oscuras y poco oxigenadas aguas que constituyen el límite entre la incapacidad y el dolo, traigo solo brevemente a la memoria un hecho que no es mi intención analizar en profundidad en este artículo. Con que estas líneas dejen una pregunta abierta, me sentiré conforme.

El 23 de marzo, por unanimidad, el Senado provincial entrerriano prestó acuerdo constitucional al pliego de la abogada Gisela Nerea Schumacher. Votaron afirmativamente el bloque del Frente Creer y el de Juntos por el Cambio. Destaco, por UNANIMIDAD. 

El caso de la jueza Schumacher constituye un ejemplo claro de situación “limítrofe”. Sin lugar a dudas la Jueza califica bajo todos los aspectos técnicos y legales, para el lugar al que ha sido designada a través de un procedimiento impecable.

Gisela Schumacher es pareja de Angel Giano, Presidente de la Cámara baja entrerriana y hombre de estrechísima confianza del Gobernador Bordet, y no dejaré de lado el hecho de que fue ministro y parlamentario durante la gestión del ex Gobernador Sergio Urribarri. Es aquí donde entramos en las aguas de la indefinición.

Alguien dirá que eso no la inhabilita para el cargo. De hecho, todos los Senadores provinciales hallaron acuerdo en esto, pero yo creo que es a través de estos intersticios por los que un Poder comienza a filtrarse hacia el otro.

Ayer en “Lo que queda del día”, (por oidmortalesradio.com.ar de lunes a viernes de 17 a 19), junto con Guillermo Pérez (redesdenoticias.com.ar) entrevistamos al Diputado Provincial Esteban Vittor, que nos manifestaba su preocupación por lo que considera una “avanzada del poder político sobre los organismos de control” en Entre Ríos. Debo decir que comparto la preocupación del diputado Vittor.

Dejo a este punto planteadas algunas preguntas buscando abrir el análisis.

¿De qué modo avanza un poder sobre otro sino a través de áreas indefinidas? 

¿Es posible que ningún Senador opositor haya pensado en esto?

¿Es lo moral y lo estético completamente insuficiente ante el sistema?

Es evidente que nos encontramos de frente a un caso paradigmático que debería llevarnos a reflexionar acerca del modo en que el sistema mismo genera o permite que se generen estructuras de corrupción como las que terminaron con la condena de Urribarri, solo por citar un caso, por lo demás el país está lleno de ejemplos.

Creo que es hora de abrir una discusión que tenga en cuenta cuestiones morales, éticas y estéticas, porque es por ahí que se nos está escapando la tortuga, como dijo un sabio.

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