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Inútil e inverificable, requisitos del relato del incompetente

Emiliano Damonte Taborda – El Aguijón

Emisión al rojo vivo, reservas inexistentes, puertas de los mercados cerradas, déficit fiscal, trabas a la importación, retenciones sobre las exportaciones, producción raquítica, confianza cero. Por esto no sorprende nada este 7,7 %. No sorprende nada de nada, porque los argentinos ya hemos pasado más o menos todas. A ver si nos despertamos y dejamos de comprar «relato», venga de donde venga. 

El relato choca con la realidad. "Imprimir billetes no genera inflación, la generan los empresarios cegados por la ambición"
El relato choca con la realidad. «Imprimir billetes no genera inflación, la generan los empresarios cegados por la ambición»

Pasión por finjir control

Me acuerdo como si fuera hoy, de la rutilante aparición del inepto de Feletti, amenazando con la aplicación de la “ley de abastecimiento”, que es como un demonio mitológico, tan inaplicable como inexistente es el averno. Esto fue cerca de las elecciones intermedias, algo así como el 9 de octubre de 2021, la gestión ya estaba agotada. 

En ese momento nos preguntamos todos, por qué era que el Frente de Todos tenía esta pasión por un mecanismo que no es un mecanismo. Y nos lo preguntamos porque todavía pensábamos que, más allá de la ineptitud, había intención de resolver algo. 

 

La tentación de pegarle a Alberto

 

DIXIT: No es responsabilidad de Sergio…es la economía. (Alberto Fernández, mal guitarrista)

La respuesta terminó llegando con el tiempo, y fue una respuesta que nos explicó todo el fenómeno de este Gobierno, que pasará a la historia por absurdo. No son pocas las veces que comparé su dinámica con del guión de “La fiesta inolvidable”, protagonizada por Peter Sellers. Un incapaz puesto por error en un lugar, desencadena el caos con una sucesión de torpezas que no tiene pausa y que se acelera de manera exponencial. ¿Suena familiar?

Pido disculpas. Es que hablar de la ineptitud de Alberto es tan fácil que no logro resistirme. Se ha vuelto un vicio del que deberé desintoxicarme cuando él no esté más en el sillón de Rivadavia.

Vuelvo al motivo por el que el “Control de precios” apasiona al Frente de Todos. 

 

Una tarea imposible

Si nos encomendaran la tarea de controlar los precios en un mercado muy pequeño, digamos en un salón con unas 20 personas que ofrecen sus productos, después de pocas horas, muy pocas, tal vez dos, nos daríamos cuenta de dos cosas: 

 

  1. Se trata de una tarea extremadamente compleja, casi fuera de toda posibilidad de éxito. Solo determinar el valor justo de algo requiere un trabajo enorme, imaginemos controlar las dinámicas del intercambio. 
  2. Aún allí donde logremos algún grado de control merced a un esfuerzo titánico, se demostrará completamente inutil. 

Complejidad, hasta hacerlo incomprensible, e inutilidad, son las dos características que fascinan al Gobierno, por este motivo, todo lo que presentan como gestión termina pareciendose. 

 

Naturaleza del «relato»

El relato, es una explicación desarrollada a posteriori, de un hecho que se busca resaltar, verificar o sostener, sin recorrer el arduo camino que nos plantea el pensamiento científico. El relato del que hablamos, es una construcción estética que no tiene requerimientos de veracidad, alcanza con que quede lindo. Si después también toca una emoción vinculada a algún trauma enquistado, será muchísimo mejor. 

Pero hay otro requerimiento del relato, necesario toda vez que este no sea veraz. Mientras más difícil sea ver que es falso, más sencillo será hacerlo estéticamente aceptable. Debe ser difícil de entender, si es posible debe ser una maraña incomprensible. Porque a la gente no le molesta que le mientan, es más, en general lo prefiere. Lo que la gente no quiere, es darse cuenta de que le están mintiendo. Ahí se despertará y dirá: “¿Este me está tomando por boludo? Y acá nadie quiere ser un boludo.  

 

Relator, relato y realidad

El tema es que el relator, debe tener control del relato, y sobre todo, debe saber que no es más que eso: un relato, ficción, un cuento. El Frente de Todos se creyó su propia mentira. Terminó creyendo que Argentina era la segunda economía que más creció en el mundo, y que la inflación era por la guerra en Ucrania, y que existe un universo de malvados que se llaman Empresarios que buscan el mal de “la gente”, que podemos pagar poco por algo que cuesta mucho sin sufrir consecuencias, que la inseguridad es una sensación, que la Constitución es una sugerencia, que “la Justicia” es un partido político, que Boudou es un perseguido, y que Cristina no sabía que se afanaron un PBI, o que la impresión billetes no genera inflación,  por solo citar algunos relatos.

Cuando navegamos por el mundo de lo material, la realidad llega siempre. Aunque parezca que demora y quien ha sido atrapado por el relato siga en su sueño narcótico. La economía destrozada por la cuarentena eterna que sostuvo Alberto fue el primer gran choque contra la realidad del relato de este gobierno, después siguieron llegando choques, uno tras otro. Los cortes del luz este verano y el despertar a la consciencia de un sistema energético destruido por décadas de tarifas pisadas en pesos y costos en dólares, fueron otro ejemplo de choque. La pobreza en la que vive más de la mitad de la población y las víctimas diarias de la inseguridad, son la manifestación más brutal de ese diferencial entre relato y realidad. 

El 7,7 por ciento

Ayer nos llegó este 7,7% de marzo que representa algo así como un 104% anual. Bueno, es un choque más de frente contra una realidad que para quien escribe son títulos y para quién gobierna son números, pero para quién los vive, son la vida misma, la única que le es dada vivir.

¡Despiertos por favor!

A ver si nos despertamos y dejamos de comprar espejitos de colores. Que un relato vale otro, venga del lado que venga. Hoy nos toca hablar de estos, mañana nos tocará hablar de aquellos, pero llegando a la hora de determinar quién va a tomar decisiones sobre nuestra realidad, me permito recordarnos, que no necesitamos un escritor de novelas, ni un poeta, ni un actor de caracter, y mucho menos un líder carismático (deberíamos haberlo aprendido hace un rato largo). Que a este país le hacen falta 7 años de coherencia mínima. Este no es un mal lugar para vivir, lo repito cada mañana de mi vida.  

Buen fin de semana, corazón atento y mente “Crítica”, les augura El Aguijón

 

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