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La inflación como política de Estado: Alberto y su super licuadora de déficit.

Por Emiliano Damonte Taborda

A pesar de las declaraciones del Presidente al presentar la nueva lista de “precios cuidados”, la inflación sigue acelerándose este año y podría rondar los 60 puntos. Se trata sin dudas del único camino que tiene pensado el Gobierno para cubrir el déficit fiscal. La inflación es el impuesto más cruel e injusto para la gente, impacta directamente sobre los que menos tienen, pero es hoy el único aliado de un Gobierno sin rumbo económico que apunta a salvar las papas licuando déficit con una inflación superior a la de 2021.

Alberto Fernández y Martín Guzmán

El Presidente festejó el 50,9 por ciento de 2021 como una cifra “a la baja” en una bizarra interpretación de la segunda inflación más alta desde 2001. Estamos acostumbrados a que Alberto diga estos sinsentidos y tanto nos hemos acostumbrado que ya no le hacemos caso. Pero estas frases siempre esconden algo. Nuestro Presidente tiende a hablar de lo que busca esconder o negar. Le cuesta horrores quedarse callado.  

Es evidente que la presión inflacionaria es grande y que no insinúa disminuir. La estimación de economistas y consultoras es que terminará en el orden del 55%, muchos creen que podría incluso rozar el 60 por ciento.

Pero lo que es más evidente aún, es que el Gobierno necesita imperiosamente una inflación de más de 50 puntos para poder licuar el déficit y cumplir con alguna de las metas que le impone el FMI. Le hará hacer el ajuste a la gente que menos posibilidades tiene, porque eso es lo que hace la inflación.  

Lo dramático del ajuste inflacionario, es que no dura nada. El ajuste que hará la inflación en 2022, no servirá para nada más que para llegar a 2023 con el motor aún más recalentado , con más pobres y con un ajuste aún más duro por enfrentar.

El dato de diciembre, que arrojó una suba de 3,8% marca el camino de lo que puede suceder al menos en los primeros meses del año. Incluso las primeras jornadas de enero también estarían proyectando un valor alto en el primer mes del año y seguramente se mantendrá en niveles elevados al menos durante el primer cuatrimestre.

Los ajustes impostergables ya anunciados de aumento en las tarifas de luz y gas y la quita de subsidios, colaborarán a mantener la inflación calentita. Se vienen también en algún momento del año los combustibles, una olla a presión de la que nadie habla. Por otro lado tenemos la brecha cambiaria insostenible, que el Central está lentamente buscando reducir, pero que tendrá que enfrentar con más vigor en algún momento próximo, por necesidades de funcionamiento del país y por las exigencias del Fondo. Se calcula que el dólar oficial subirá por lo menos un 50% ó incluso más a lo largo del año, es decir al menos el doble del ritmo que en 2021. Aunque Alberto sostenga que la inflación está a la baja, esto se trasladará a precios inevitablemente, Feletti o no Feletti.  

¿La maquinita? Bien gracias. Goza de muy buena salud y está imprimiendo a lo loco. El sueño de muchos, tanto que algún ex ministro y vicepresidente se la quiso llevar a la casa. Doble efecto, nos da platita para calmar ansiedad y nos licua el déficit. ¡Menos mal que la inflación no es un fenómeno monetario! Cómo nos enseñó Axel Kicillof.

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