La suba interanual fue de 71%, según los datos oficiales del Indec. Emisión, una velocidad de circulación brutal, falta de confianza (dos cambios de ministro en 30 días), inestabilidad política (no se sabe bien quien gobierna) y crisis energética, parecen ser demasiadas causas encadenadas como para buscar endilgarle los niveles de la inflación argentina a la crisis internacional generada por la invasión rusa a Ucrania.
Los pronósticos esta vez no fallaron y se dio un nuevo golpe al bolsillo. El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) informó en la tarde de este jueves que la inflación de julio fue de 7,4%. Se trata de la marca mensual más alta en los últimos 20 años, y por ende, del gobierno de Alberto Fernández, producto de la reacción de los mercados ante los últimos movimientos en el Ministerio de Economía de la Nación, entre otros factores.
Durante el día, Alberto Fernández había anticipado el número de julio, volviendo a echar la responsabilidad a su antecesor, Mauricia Macri y al contexto internacional, a lo que la portavoz Cerruti agregó la presión de los especuladores que buscan una devaluación.
Los cambios fallidos en economía no han conseguido tranquilizar sobre todo el frente interno, allí donde Massa enfrenta probablemente su desafío mayor. Nadie confía en la moneda argentina, de la que nos desprendemos cada vez más velozmente aumentando la velocidad de circulación a cada giro.
Emisión, una velocidad de circulación brutal, falta de confianza (dos cambios de ministro en 30 días) e inestabilidad política (no se sabe bien quien gobierna), crisis energética, parecen ser demasiadas causas encadenadas como para buscar endilgarle los niveles de la inflación argentina a la crisis internacional generada por la invasión rusa a Ucrania.
