La mujer que acusó a su ex marido de haber provocado un choque para matar a sus hijos mellizos afirmó que, antes del hecho, el hombre le sugirió que dañaría a los chicos, por lo que ella corrió a hacer la denuncia, pero los efectivos se negaron a llamarlo por teléfono, y le indicaron que primero tenía que hacer la denuncia correspondiente.
Hebe Rull, la ex mujer de Romero, sostuvo que, contrariamente a lo que trascendió, su ex marido, Juan Romero, de 41 años, no le envió un mensaje de texto momentos antes de estrellar su vehículo contra un camión en la ruta 14, sino que la llamó por teléfono y hablaron como 20 minutos.
Ese día, horas antes de lo ocurrido, dijo, habían hablado al mediodía cuando Romero estaba con los mellizos Agustín y Mateo, de siete años, y le «preguntó por unas cuentas» que debían resolver, luego le «pidió prestado el auto a una señora con la que él salía» y fue a ver la tumba de su padre.
«Ahí le vino a la cabeza tomar esa determinación» de suicidarse y matar a sus hijos chocando de frente contra un camión en la ruta nacional 14, estimó la mujer.
Posteriormente, el hombre volvió a llamarla, pero ella se negó a atenderlo porque «a veces» lo hacía «para torturarla», según aseguró en declaraciones a radio Vorterix, de Buenos Aires.
Finalmente, por la tarde, supuso que quizá los niños no se encontraban bien y ella misma lo llamó: «Ahí es donde me dice ‘no me cortés, quiero decirte unas cosas, no me cortés porque va a ser peor'», recordó. «Empezó a decirme que él se iba con los nenes. Pensaba, porque se escuchaba muchos ruidos de autos, que él se iba a ir lejos con los nenes», manifestó, a la vez que aseguró que se negaba a suponer que intentaría asesinarlos.
El hombre insistía en decirle «‘me voy a ir lejos con los nenes, no los vas a ver más'», agregó.
Entonces, «le decía ‘pasame con ellos, quiero despedirme’, para alargar la conversación. Le decía ‘vení a casa, vamos a hablar'», pero el hombre cortó, sostuvo.
De acuerdo con su relato, la mujer le pidió de inmediato a su hijo más grande, de 21 años, que lo llamara para «entretenerlo», pero el chico discutió con su padre.
En medio de la «desesperación», destacó, corrió a un gimnasio donde iban los mellizos para ver si se encontraban allí, pero cuando no los vio tomó un remís y fue «a la Central (de Policía) a hacer la denuncia».
«Les pedí (a los policías que la atendieron) ‘llámenlo, me parece que está decidido a algo’… lo sentí», aseguró.
«Me dicen, ‘no señora, tiene que hacer la denuncia primero’. Pero mientras yo estaba haciendo la denuncia él ya había tomado la decisión» de estrellarse junto a sus hijos contra un camión, afirmó.
Hebe Rull, la ex mujer de Romero, confirmó que se había separado hace unos dos meses y que también tienen otros dos hijos, un varón de 21 años y una adolescente de 14. Si bien la separación se produjo hace poco tiempo, «nunca estuvimos bien -confesó-, pero como yo me quedaba en casa, no procedía, no hacía nada, él estaba tranquilo; pero como me planté y dije basta…».
Aseguró que los hijos mayores no hablaban con su padre, «ni le contestaban el teléfono, no querían saber nada con él, con todo lo que estaba haciendo, él no trabajaba, yo mantenía la casa». «Lo único que quiero es que quede preso, por favor, porque a esto yo lo venía anunciando y nadie me dio bolilla».
Luego, consideró que «el medio de él, para llegar a mí, eran los hijos, él estaba obsesionado conmigo, eran veintidós años de casados y parece que no asumía que yo le hubiera dado un parate».
En cuanto a las causas de la separación, manifestó que «era violento y tenía otra mujer, lo que no es poca cosa; es más, el auto con el que él chocó era de la otra mujer, que se lo prestó. Yo no sé si convive con ella, a mí no me importaba. Yo no le prohibía ver a los hijos, si quería ir a las termas un domingo, yo se los daba, yo sabía que iba con la otra señora, pero yo no tenía problemas con eso».
Más adelante, indicó que tras la llamada del lunes por la tarde, concurrió a la policía, «yo les pedí que lo rastreasen, les di el número de teléfono, les pedí que lo llamasen. Yo pensé que los podía llevar lejos de mí, pero nunca se me ocurrió que podía matarlos, si no, no le hubiera permitido que estuviera con ellos, sabía que era violento, tengo muchas denuncias hechas, pero no creí que iba a llegar a ese extremo».
Con un pálpito de lo que podría ocurrir tras haber recibido la llamada telefónica de Romero, la mujer aseveró que «fui (a la policía) y les dije que, por favor, lo llamaran, que lo rastrearan por teléfono, la policía me dijo que no, que tenía que esperar hasta las 20 para ver si venía» y recordó que «él los retiraba de la escuela Belgrano, al mediodía, los llevaba a la casa de su madre, les daba de comer y, desde ahí, los llevaba a taekwondo y a karate y, después, me los mandaba en remís, yo lo pagaba, y ellos quedaban en casa».
Luego, recordó que «me llamó como a las 17, más o menos, me dijo: Se terminó todo. Quiero que me escuches hasta el final» y aseguró que por eso «traté de que mi hijo lo llamase, fui a la policía, hice la denuncia, llamé al abogado, hice de todo; pero, cuando estaba en todo ese trámite me llama mi cuñado y me dice que había un accidente en la ruta, que le informaron a él que era el hermano con los mellizos».
Por otra parte, sostuvo que en cierta oportunidad, «dije en el Juzgado, se lo dije al equipo interdisciplinario del juzgado, que él era peligroso y ellos me dijeron que no se ocupaban de eso, les mostré las fotos de cuando me rompió la vidriera del negocio, que me lo quería prender fuego, me quiso cortar la luz, me agredió a mí, por eso me fui de la casa».
«Yo les dije que esto podía terminar como lo del chico que era karateca y mató al hijo; les pregunté si querían tener un caso igual y me dijeron: No, no, señora, no es así; pero, así terminó, de la peor manera, trágico, triste para mí, porque ahora tengo que ir a enterrar a uno, venir a cuidar al otro», lamentó.
En cambio, continuó, «el equipo interdisciplinario me dijo que yo se los dé (a los mellizos) un tiempito a él, porque como yo estaba con un tratamiento oncológico me dijeron que, primero, me recuperara yo, primero, y que él los tuviera un tiempo, así se aburría de cuidarlos y me los devolvía, eso opinaron ellos. Él los iba a buscar, tenía derechos – según me decían todos-, porque el padre tiene derechos; pero no tiene derecho a matarlos». «Yo quiero que esto se conozca en todos lados porque quiero que se haga justicia, hay muchos casos así y no son escuchados», concluyó.