Por Osvaldo A. Bodean, publicado por www.elentrerios.com
Uno nació pobre y progresó a base de sacrificio y honradez. Es de esos que prefieren pasar hambre antes que adeudar un impuesto.
El otro, con «rango de ministro», dirige a la vez un diario y un organismo del Estado provincial, a la par que posee innumerables propiedades… Tantas, que hasta suele olvidarse de pagar los tributos…
Son vidas tan distintas que nada hacía suponer que en algún recodo del camino se cruzarían. Pero ocurrió. Sin buscarlo, un día se encontraron. Y cada uno supo ser fiel a sí mismo. Sin proponérselo, protagonizaron esta «historia mínima», tal vez irrelevante, pero que refleja dos modelos diametralmente opuestos.
FLORENCIO se llama igual que Randazzo pero su apellido es Díaz y es bien entrerriano, nacido en San Jaime y radicado en Concordia. Le tocó trabajar desde tan niño que no tuvo la oportunidad de ir a la escuela. Es por ello que transitó más de medio siglo de vida disimulando, con su admirable espíritu de sacrificio y una honradez sin par, que no sabía leer ni escribir.
Cuando ya se había convencido de que ese mundo de letras, palabras, metáforas, poesías, cuentos, diarios, revistas, carteleras, películas subtituladas, no era para él, se sintió interpelado por su jefe. «Mire que Usted es inteligente Don Florencio, ¿por qué no va a una escuela de adultos y aprende?», le dijo.
No se decidió de un día para el otro pero la provocación había surtido su efecto. Fue así que a los 58 años comenzó a cursar 1° grado. Y enseguida sus maestras comprobaron que Florencio no tiene techo. Inteligente, constante, responsable, se superó rápidamente y hoy, a los 64, ya cursa el sexto grado.
LUIS se apellida Mazurier y es Director del Diario El Sol de Concordia, a la vez que funcionario provincial con «rango de ministro», responsable de la CODESAL, Corporación para el Desarrollo del Lago de Salto Grande.
No sabemos nada de su niñez ni tampoco de su juventud. Por su roles presentes, queda claro que es un hombre influyente, ligado a la política, el periodismo y los negocios.
Sus amigos destacan su ejecutividad, su audacia, las obras de la Codesal en el perilago. Sus enemigos recuerdan las reiteradas ocasiones en que la Justicia objetó sus acciones y hasta lo condenó.
Quienes lo frecuentan, atribuyen a Mazurier numerosas propiedades. Algunos dicen -tal vez, exagerando- haber visto planos de la ciudad de Concordia salpicados de marcas, cada una de las cuales identificando a una de ellas.
Fue justamente por uno de esos terrenos que Florencio y Luis se conocieron.
Según puede leerse en el boleto de compraventa certificado por escribano el 12 de marzo de 2008, Luis Alberto Mazurier le vendió a Florencio Díaz el lote 1, de 263,50 m2, ubicado en la «Manzana 41 Norte 16 Oeste», con domicilio parcelario en calle Ingeniero Nogueira esquina La Paz, de Concordia.
Como es habitual en esta clase de contratos, una de las cláusulas dejaba en claro que la deuda que pudiera existir con el Estado en materia de tasas e impuestos era «asumida por la parte vendedora». Es decir, por Mazurier.
Don Florencio celebró en familia aquel gran paso. Por fin los papeles demostraban que él era dueño de su lugar en el mundo. Se lo había ganado con el sudor de su frente.
Pero grande fue su desilusión cuando el día 3 de junio de 2008, la Dirección Municipal de Catastro, con la firma de la funcionaria Cristina Ibarrola, rechazó la inscripción de la propiedad a su nombre, por un elemental motivo: «no contar con los requisitos exigidos por la Ordenanza 29774, Artículo 5». O sea, traducido a lenguaje simple, Mazurier no había saldado la deuda tributaria por el predio donde estaba incluido el terreno comprado por Don Florencio, que en abril de 2008 ascendía a $ 6584. Y hasta que no pagara, el municipio no podría inscribir la parcela a nombre del nuevo propietario.
Por increíble que parezca, desde aquel entonces a la fecha han pasado 7 años y todo sigue igual.
Florencio, al acercarse la fecha de vencimiento de la Tasa Inmobiliaria, paga puntualmente cada nuevo período, a pesar de que en la boleta que emite el municipio sigue sin figurar su nombre y, en cambio, está impreso el de Mazurier.
Es el colmo: el humilde trabajador lleva 7 años abonando la tasa a nombre del rico ministro.
No consta en los registros que el titular de la Codesal con rango de ministro se haya dignado cumplir con el boleto de compraventa donde estampó su firma comprometiéndose a saldar la deuda. Y mientras no lo haga, consecuentemente, la municipalidad seguirá sin admitir el cambio de titularidad del inmueble.
Esta estafa del «ministro» Mazurier al trabajador Florencio no pasa desapercibida en Rentas del municipio. Es que Don Florencio, cada vez que abona la tasa y le dan el comprobante de pago, no se va de las oficinas sino que aguarda, pacientemente, a que en el dorso de la boleta le firmen una leyenda escrita a mano que dice «Abonado por Díaz, Florencio».
Esa especie de rito en dos actos, pagar y luego esperar que le escriban el letrero que certifica que es él y no Mazurier el que saldó cuentas con el Municipio, le sirve de premio consuelo, mientras no pierde las esperanzas de que algún día el asunto se destrabe.
En la mentalidad de Don Florencio no figura apelar a abogados para que obliguen a Mazurier a que cumpla con aquel contrato firmado por él en 2008, donde decía que «la parte vendedora asumía la deuda». Lo suyo en cambio es paciencia y resignación. Espera que algún día se haga justicia.
La que no tiene excusas para resignarse ni cruzarse de brazos es la Municipalidad. Se supone que, tal como lo haría con cualquier otro contribuyente, intimó al Director del Diario El Sol por sus deudas y, si persistió en el incumplimiento, pasó el caso a legales para que ordene el embargo de sus cuentas y otras medidas por el estilo que aseguren el pago.
¿Se habrá atrevido a hacerlo?
¿O no hay quién le ponga el cascabel al gato?