Por Emiliano Damonte Taborda
Este gobierno es espasmódico, tiene momentos en los que no pasa nada seguidos de verdaderos ataques de decadencia. Se desatan sucesiones de eventos que parecen no tener piso, hasta que todo se calma por unas semanas. ¿Vale todo? ¿Podemos decir lo que se nos cante sin importar el lugar que ocupamos? ¿Tenemos tanta cara de estúpidos? ¿Para quién hablan? ¿No entendieron nada de lo que pasó este año?
Se hace difícil recordar todos los eventos desafortunados del Gobierno durante este dificilísimo 2021, que arrancó a fondo con el “vacunatorio VIP”. La verdad es que las previsiones de vacunación de Alberto a fines de 2020 también habían ayudado a darle envión. Siguió así una escalada de desastres de gestión que condujeron a la derrota aplastante de las PASO, luego consolidada en noviembre y la consecuente pérdida del control del Congreso.
Hice un ejercicio sencillo, puse en el buscador de Google: Alberto Fernández acuerdo FMI. El 16 de mayo de este año, el Presidente había manifestado en una nota que levanta Ámbito Financiero (hoy prácticamente una agencia de Télam), “quiero ponerme de acuerdo con el FMI lo antes posible”. Luego hay innumerables, y resalto el término innumerables, artículos que hablan del acuerdo vinculado al nombre del Presidente. Yo conté 240 y me cansé. En muchísimos de esos artículos Alberto decía que el acuerdo estaba “virtualmente” firmado, que solo faltaban detalles técnicos… probablemente el Presupuesto 2022 haya sido uno de esos “detalles técnicos” ¿Sorprende qué lo que más se haya devaluado este año no haya sido el peso, sino la palabra presidencial?
El Presidente habla de todo, un poco como si siguiera siendo Jefe de Gabinete, y no pega una.
De las elecciones para acá, el ritmo, lejos de aminorar se ha acelerado. Personajes desopilantes como Feletti, el renovado Kulfas, Martín Soria (el guapo del Poder Judicial), el siempre vigente Aníbal Fernández, el Gobernador de la provincia de Buenos Aires, la inefable Gabriela Cerruti, el filoso estadista Máximo Kirchner, entre muchos otros, nos han deleitado con un show de incoherencias que como periodista no puedo dejar de agradecer. Hemos pasado horas escribiendo en Redes de Noticias y hablando en “Lo que queda del día”, por oidmortalesradio.com.ar , acerca de las aberraciones económicas planteadas por Feletti, por citar solo mi ejemplo favorito.
Pero lo que me empujó a escribir este ejercicio de catarsis esta mañana, fueron las declaraciones de Nicolás Kreplak, Ministro de Salud de la Provincia de Buenos Aires, que muy suelto de cuerpo largó que los sectores de mayores ingresos tienen «seis veces más casos» de coronavirus que los de bajos ingresos. No solo tiró este numero maestro del prejuicio y la discriminación, sino que aventuró explicaciones que ni siquiera me atrevo a replicar por que no pude entenderlas, tal era el estado de desarticulación del discurso.
“El funcionario bonaerense indicó que hay un equipo que trabaja con análisis de datos y que aplica herramientas de inteligencia artificial para manejar grandes volúmenes de información. Ese equipo realizó un cruce de información, detalló Kreplak, y así observó que si se divide la población por niveles socioeconómicos, las tres franjas superiores de esa escala presentan un número de contagios «seis veces superior» al de los niveles inferiores.”
En esta declaración con pretensiones científicas, de un Ministro de Salud, no hay un solo número, una sola referencia seria al origen de los datos, el nombre del sistema de “inteligencia artificial” que están poniendo en funcionamiento, el mecanismo y los criterios de cruce de información y ni que hablar de los criterios que usa el Ministro para sacar sus conclusiones. Todo nos conduce, tristemente, al “equipo de científicos” que nos encerró por meses y que utilizando criterios de este tipo, profundizó y complicó una de las crisis más grandes que nos ha tocado vivir.
Kreplak, maestro ¿No será que de las “tres franjas superiores” tenés datos, mientras que de las otras no los tenés? ¿No será que en lugar de echarle la culpa a un sector de la población tenés que apurar la vacunación?
Cierro este ejercicio con algunas preguntas:
¿Vale todo? ¿Podemos decir lo que se nos cante sin importar el lugar que ocupamos? ¿Nos vieron tanta cara de estúpidos? ¿Para quién hablan? ¿No entendieron nada de lo que pasó este año?
Repito lo que decía en mi nota de opinión de ayer: faltan 10 días para el final del año, lo que en Argentina es una eternidad. Estoy, tristemente seguro, de que veremos todavía cosas sorprendentes.