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Poné orden en lo que tengas que poner orden

Por Emiliano Damonte Taborda

El mensaje de Cristina Kirchner durante el acto para cerrar filas que se realizó en Avellaneda, es una muestra más de la perdida de peso del Presidente dentro de la coalición de gobierno, y esconde la verdadera preocupación de la vicepresidenta.

Las demoras, las tibias disculpas, la culpa, se terminaron. Ayer Cristina los llamó a todos,  fiel a su estilo de redoblar la apuesta. ¿Puso las cosas en su lugar? En Avellaneda y con plenario de las filas del gobierno, reforzó su posición y siguió debilitando la imagen de un Presidente que ha sido completamente despojado de su liderazgo. Hoy Alberto no representa a nadie. Solo su estructura administrativa más cercana le responde y empieza a parecer cada vez más incapaz de reaccionar, pero sobre todo en el frente interno.

“Alberto vos tranquilo, poné orden en lo que tengas que poner orden, no te pongas nervioso, y metele para adelante”. Dijo la vicepresidenta en una simpática alusión a la crisis generada por el cumpleaños de Fabiola. Como si se hubiera tratado de un pequeño desajuste doméstico, pero con un mensaje fuerte. Poné orden en lo que tengas que poner orden.

El fiscal Marcelo Colombo, rechazó ayer la nulidad planteada por Cristina en la causa por el Memorándum con Irán. ¿A que orden se estaba refiriendo la vicepresidenta? La causa que más la preocupa sigue su curso, “abuso de autoridad y encubrimiento agravado” del atentado terrorista contra la AMIA. Mientras tanto, Alberto sigue embarrándose en la ciénaga de sus desprolijidades e incoherencias. “Poné orden en lo que tengas que poner orden”. Suena a que le dan otra oportunidad.

Es un misterio aún cuanto impactará el escándalo por “el cumpleaños” en el resultado electoral, único motivo por el que preocupa al Gobierno. Lo que si es claro, es que Cristina sigue fortaleciéndose en el frente interno en relación a un Presidente que parece no serle más útil a nadie. La contingencia y no la estrategia, está transformando al Frente de Todos, en el “Frente de Cristina”, exactamente lo opuesto de lo que llevó a Fernández a la Presidencia de la Nación hace dos años. La apuesta parece no tener vuelta atrás. La debilidad de Alberto hizo inviable sostenerlo como imagen de campaña.

Los tiempos electorales apremian, pero los tiempos judiciales comienzan a hacerse sentir con peso, y la sombra de un futuro muy complejo acelera y endurece la presión que hoy sufre la figura presidencial, en un drama escondido detrás de otros dramas, pero que es, el que cada vez con más claridad, mueve los hilos del Poder Ejecutivo Nacional. Si la justicia sigue su curso, el tiempo se va acabando.

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