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Si la vas hacer, hacela mal.

Por Emiliano Damonte Taborda

Es sin dudas importante el Decreto que firmó el presidente para poder comprar las vacunas de Pfizer, Moderna y Janssen. La norma adecúa la legislación vigente para que puedan reabrirse las negociaciones y entablarse otras nuevas, desde otros sectores. Pero no deja de ser un decreto, una excepción, lo que comienza a parecer un vicio del ejecutivo que dirige Alberto Fernández. Apareció casi como un capricho, o como una reacción abismalmente a destiempo.

Al ser consultada sobre por qué salía este DNU, mientras prácticamente horas antes habían votado contra la ley en el Congreso, Vilma Ibarra dijo: “hay proyectos que tardan en tratarse. Son los tiempos del Congreso. El Congreso no está previsto para responder en tiempos de pandemia cuando a veces tenemos en diez días los casos que subieron”. Parece que no se podía esperar.

Necesidad y Urgencia, dos palabras que parecían no estar vinculadas a la vacuna de Pfizer hasta hace dos días, según la lectura que el Gobierno hacía de la situación. El presidente en su momento había aducido que Pfizer lo “ponía en una situación muy violenta de exigencias”. Incluso un simpático cantante partidario hizo un video que se viralizó hablando de las virtudes de la gestión del Gobierno sobre la pandemia y burlándose de quien esperaba la vacuna de Pfizer. 

Necesidad y Urgencia. ¿Qué cambió? ¿Qué hizo que el kirchnerismo en bloque votara en contra de una ley para que al día siguiente el ejecutivo publicara en el Boletín Oficial un Decreto?

El humor social ha empeorado tanto y las críticas al Gobierno han crecido de tal manera en estos días, que la situación se hizo insostenible. No caben dudas de que el cuadro se vio agravado por desconsiderado ataque a la sociedad que significó haber dejado a decenas de miles de argentinos varados alrededor del mundo, sin considerar todos los problemas de provisión de insumos que se le generaron a sectores que ya arrastraban suficientes contratiempos, como el sanitario entre otros. El descontento y el desconcierto de propios y ajenos empieza, evidentemente, a verse reflejado en las encuestas y sondeos que terminan siendo, junto con los DNU, los únicos instrumentos de gestión de los que parece disponer el presidente. Las medidas son cada vez más visiblemente inadecuadas, tardías o contradictorias y la confusión parece crecer de manera exponencial. Todos corren de un lado al otro respaldando, desmintiendo, afirmando, contradiciendo, dando marcha atrás y prometiendo. Parece un capitulo de los tres chiflados, y sería sin dudas divertido si el protagonista principal no fuera el presidente de la Republica con su maquinita de hacer DNU debajo del brazo.

El Gobierno se encuentra concentrado en no hacer un papelón en las elecciones, y para evitarlo, no hace otra cosa que hacer papelones. ¿Si la íbamos a hacer por DNU, por que no la hicimos hace seis meses?  

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