En un accidente, hay un momento en el que ya es imposible corregir el rumbo; el momento último en el que las consecuencias materiales de cualquier error se manifiestan de inmediato y en el que cualquier maniobra tiene consecuencias negativas; ese es el momento del choque; a Argentina ya la chocamos, acá ya no vale el «la que se viene» sino que es mucho más adecuado el «en la que estamos»; crónica de un final abundantemente buscado

Desde mediados de 2021 fue madurando en mi cabeza una pregunta. ¿Hasta cuándo aguanta este país? ¿Cuántos desacoples, cuánto manoseo, cuánta emisión, cuántas retenciones, cuánta extorsión podía aguantar este país? Martín Guzmán sabía que estaba cerca de un límite y posiblemente su renuncia llegó cuando tomó conciencia de que ya no había retorno. Alberto Fernández, desgastado por completo y ya absolutamente inservible para el país, quedó aislado; como un inquilino incómodo que debería quedarse hasta que venciera el contrato. Lo que vendría se tranformó en una larga caída.
Sergio Massa, de la sartén a la olla
Sergio Massa no generó esperanza, eso sería decir demasiado; lo que generó Massa fue duda. La duda, ante la certeza de la catástrofe fue percibida como una corriente esperanzadora, una muy tibia corriente que se disipó muy rápido, casi en el acto.
Es que todo lo que hizo Massa desde el momento en que asumió fue buscar ganar tiempo, el famoso operativo “llegar” que se hizo tan popular, y para eso recurrió a dos ideas muy fácilmente realizables en un país de rodillas: la extorsión y el soborno.
La extorsión:
Los dólares diferenciales (el más famoso de estos fue el dólar soja) son una devaluación sectorizada y limitada en el tiempo. Nada más, nada menos. El campo reacciona ante la despiadada brecha cambiaria, que nunca bajó del 100%, reteniendo producto en espera de vientos mejores. Solo liquida lo estrictamente necesario, enfrentando constantemente dificultades de todo tipo a la hora de importar o comprar insumos imprescindibles que se pagan en dólares. Cuando asumió Massa la situación de los productores, muy en particular de los pequeños y medianos (los grandes tienen más espalda) era desesperante. Entonces el Superministro decidió que les pagaría un dólar un poco más atractivo, un poco más alto, que llevaría divisas a las raquíticas arcas del Banco Central, y le permitiría a los productores superar con un poco más de oxígeno el momento. El problema es que devaluar un solo sector de la economía genera una serie de desajustes que perjudican a un círculo que es muy difícil de definir. Esa entrada y salida tiene un costo que siempre traerá más daño que beneficios. Un ejemplo fueron los productores de biodiesel, mercado sobre el que Massa guardaba espurios intereses, que debido al salto en el costo de su principal insumo (poroto de soja) se vieron obligados a parar la producción por un mes. La materia prima empujada hacia arriba por la devaluación sectorial, terminaba costando más que el producto final. Las distorsiones y perjuicios que sufrieron las miles de PyMEs que producen biodiesel en toda la Argentina fueron mucho más allá, pero no es motivo de esta nota su análisis exhaustivo, sino dejar establecido que Massa para hacerse de los dólares que los productores no liquidaban por la política cambiaria del Gobierno, utilizó la necesidad de éstos para obligarlos a hacerlo, y aparte se cagó en todos los pequeños productores y las economías regionales que sufrían los efectos negativos del dólar diferencial.
Soborno:
El soborno tomó su forma más evidente en la emisión. Massa emitió y puso cantidades siderales de pesos en la calle, absolutamente consciente de las consecuencias catastróficas que esto tendría a futuro. Así la inflación se duplicó bajo su iluminada gestión y quedó sólidamente establecida en dos dígitos y sin freno aparente a la vista. La exención de Ganancias de los últimos meses mostró un grado de irresponsabilidad todavía mayor, ya que no solo se ocupó de quitarle valor a la moneda imprimiendo miles de millones de papelitos de colores, sino que comprometió los ingresos de las provincias para tomar una medida de corte electoralista que, como sucedió con todos los planes “platita” de la historia reciente argentina, sin importar bandera, terminó en derrota electoral.
Tocando fondo
Mas distorsiones, más emisión, más incoherencia, más apriete, más trabas. ¿Cuánto será que aguanta este país? Una de las señales claras de haber tocado fondo, es que el tiempo entre el error y sus consecuencias materiales se va apretando hasta coincidir. Al principio, una mala maniobra puede corregirse con pocas o ninguna consecuencia; a medida que vas adelante sin corregir, será cada vez más difícil hacerlo sin que esto acarree un efecto negativo rápidamente verificable. Pero llega un momento en el que el error, es seguido inmediatamente por el choque, su consecuencia material. Por eso la inflación se acelera y esa aceleración es exponencial, porque ya no se puede emitir un solo billete sin que esto se transforme en inflación, y aunque te detengas hoy mismo, la masa circulante es tal y la velocidad a la que circula es tan grande, que los efectos son incontrolables y se retroalimentan continuamente.
Consecuencias materiales de un choque inocultable
En Santa Cruz un bloqueo sindical mantuvo al Puerto Deseado cerrado todo el mes de noviembre, impidiendo su operación y así bloqueando a la industrias mineras y pesqueras con daños económicos millonarios.
En Santa Fe SanCor tuvo que cerrar su planta de San Guillermo ahogada por un falsos reclamos sindicales que ocultan una maniobra que buscaba quedarse con un lugar en el Directorio y tenía en proyecto despedir a 1.000 de los trabajadores que dicen defender.
En Misiones los productores de zapatillas han debido despedir personal, suspender producciones y hacer malabares para seguir adelante, y esto no ha llegado a los medios porque las empresas temen las represalias de las huestes del Superministro y los sindicatos no han levantado la voz porque están entongados.
El Hospital Italiano hoy está pateando para adelante turnos para aplicaciones de curas oncológicas porque faltan medicinas importadas, y desde el sector son decenas las denuncias de faltantes de insumos básicos tales como catéteres o llaves utilizadas en procedimientos quirúrgicos cardiológicos, por citar un caso.
Los Gobernadores le están pidiendo al Gobierno y avisándole al Presidente Electo, que alguién se jugó la que tenían para pagar los aguinaldos en la campaña electoral.
40,1% de pobreza, un 9,3% de indigencia. Hoy casi del 60% de los niños es pobre en Argentina y se trata de los números del primer semestre del año, no caben dudas de que los números del segundo serán mucho peores.
Listo muchachos, ya chocamos
¿Hasta cuándo va a aguantar el país? Ya está muchachos, ya chocamos. Es hora de dejar en paz a este bendito país. Siempre sostengo que son necesarios siete años de mínima coherencia para que este lugar sea uno vivible, por estas horas meconformo con poco, hemos tocado fondo, no sigamos haciendo fuerza para abajo porque rota esta resistencia, el futuro se hará irremontable.