Por Emiliano Damonte Taborda
En la semana el oficialismo planteó un cambio de rumbo en la campaña y apenas había logrado insinuar un relanzamiento, cuando el inefable Aníbal, entró en escena cómo un 1114 sin frenos dejando a todos desacomodados y desalentados. Las manifiestas amenazas a Nik cayeron cómo una bomba atómica, pero tal vez mucho peor cayeron las disculpas y las explicaciones, y luego las explicaciones de las explicaciones. Me acordé de «La fiesta inolvidable» de Peter Sellers
