Según el Indec la desocupación bajó en Concordia a niveles previos al cierre del Frigorífico Cap Yuquerí

Hace falta remitirse a épocas doradas del empleo en Concordia para encontrar cifras inferiores a este 3,6% del cuarto trimestre de 2022 que informó el Indec.

Concordia mantuvo tasas consideradas como de pleno empleo (por debajo del 4%) hasta 1982, coincidente con la etapa final y año de cierre del Frigorífico Cap Yuquerí, que dejó ese año en la calle a los últimos 2.500 empleados que ocupaba de manera directa.

Durante el lustro y medio anterior, (comienza la serie disponible en 1975, año del Rodrigazo con severas consecuencias sobre toda la actividad económica) la ciudad mantuvo plena actividad laboral. Coincide también esa serie con la construcción de la represa de Salto Grande, mientras la citricultura se mantenía en auge y el Ferrocarril empleaba entre operarios y administrativos alrededor de 5000 concordienses.

No hay información disponible respecto de las tasas de actividad de la época para vincular la proporción de trabajadores respecto de la población total, pero aun persisten los relatos de alta disponibilidad de empleo.

Al cierre del Frigorífico CAP Yuquerí le acompañó la finalización de las obras en la represa de Salto Grande y la estadística, todavía realizada por el Indec de esa época, empezó a mostrar signos de recalentamiento de la desocupación.

Durante el gobierno de Raúl Alfonsín, en 1985, cuando crujía el Plan Primavera para dar paso al armado del Plan Austral, el gobierno nacional dispuso cancelar el relevamiento de desocupación en algunas ciudades y Concordia no volvió a aparecer en la estadística.

El relevamiento volvió a realizarse durante el gobierno de Carlos Menem, con el concordiense Jorge Busti en el gobierno provincial y mostró en mayo de 1996 una catástrofe laboral en la ciudad. La administración y los talleres del Ferrocarril Urquiza que hasta comienzos de la década ocupaban a cerca de 5000 concordienses quedaron reducidos a una décima parte y las indemnizaciones y los retiros voluntarios poblaron a Concordia de kioscos y autoservicios y llenaron las calles de remises. El índice había llegado al 20,6%.

Otra expresión nueva se sumó al lenguaje local y los “planes laborales” pasaron a formar parte de la jerga. Los planes, a secas, lograron achatar la estadística desalentando la búsqueda de trabajo, , junto con la certeza de que las oportunidades laborales habían desaparecido.

Pindapoy ya había iniciado su proceso de achicamiento y en 1998, la última tanda de 1.800 empleados quedó en la calle.

La recesión que provocó desde ese año la Convertibilidad le siguió metiendo presión al reducido mercado laboral de Concordia y para el año 2.000 no había planes que dieran abasto y el índice llegó al nuevo récord de 22,4%. La crisis económica fue crisis social con estallido incluido.

La desocupación de dos cifras llegó para quedarse en Concordia y ahora sí la Encuesta Permanente de Hogares mostraba que la tasa de actividad de la ciudad, la que relaciona la población que trabaja o busca hacerlo con la población total, se aplastaba cada vez más para ponerse en los mínimos del país.

Durante la primera década del nuevo siglo, los planes de emergencia laboral (encabezados por el Plan Jefes y Jefas de Hogar) mantuvieron la demanda de trabajo a raya, lo que permite que el índice de desocupación baje aunque no crezca el empleo. En el segundo lustro se recuperó la tasa de un dígito.

Guillermo Pérez

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